
Desde que existen las PASO (una interna de voto obligatorio y a padrón abierto) importa más la consideración social del candidato que la fortaleza de las estructuras partidarias que lo apoyen. Lo sabe bien el gobernador Gustavo Bordet, cultor de una imagen despejotizada que lo acercó al voto independiente, de centro, tanto cuanto lo alejó del tradicional rol de conductor del PJ.
A eso apuesta Rogelio Frigerio. A no ser identificado como referente de un partido. De poco le serviría jactarse de conducir una fuerza como el PRO, con una estructura muy débil en Entre Ríos. Pretende, en cambio, liderar un frente políticamente multicolor que se proponga, con una buena dosis de pragmatismo, acordar “un programa base para salir del estancamiento en el que está la provincia”. Para 2023, propone un “gobierno de los mejores” y no de determinado partido político, para llevar adelante un proyecto de “transformación” de Entre Ríos.
Ese es el norte de mediano plazo. El primer paso en ese camino es superar con éxito las primarias del 12 de septiembre, para lo que Frigerio cuenta con una ventaja objetiva porque es el dirigente con más alto nivel de conocimiento en Juntos por Entre Ríos. Es un insumo básico y valioso para cualquier candidato. Pero no necesariamente es garantía de éxito.
Dependerá, en buena medida, de cómo termine configurándose en el grueso del electorado entrerriano (el no politizado) la imagen del ex ministro de Mauricio Macri que se ha propuesto gobernar Entre Ríos.
Sus opositores (internos y externos) atacan a Frigerio por tres frentes:
1- Entrerriano. Le cuestionan que pretenda gobernar la provincia sin haber nacido en ella y ni siquiera haberse radicado lo suficiente como para “sentirse” entrerriano. Aunque tenga domicilio en Entre Ríos, se hacen preguntas de sentido común, como dónde fue que desarrolló su vida profesional y social, o a qué escuela de Villa Paranacito concurren sus hijos.
Por ahora, esta campaña negativa es un tema de conversación entre la militancia que se moviliza para las PASO. Habrá que ver qué ocurre si este asunto se instala fuera del mundillo politizado. Su simpleza lo hace fácilmente comprensible para todo el electorado.
2- Macrista. Ponen el acento en que no se olvide un hecho tan objetivo como reciente: Frigerio fue ministro del Interior de Mauricio Macri en los cuatro años de su gobierno. Esto es: el economista ocupó una cartera central de la gestión que terminó en un claro fracaso económico. No sólo eso, en 2019 le puso el hombro a la campaña para la reelección de Macri. Y, como Macri, adjudicó el descontrol económico del final del mandato al voto popular que en las PASO de agosto de ese año favoreció al peronismo.
Sin embargo, como muchos otros dirigentes de Juntos por el Cambio, Frigerio busca separarse de Macri. Lo ayuda el hecho de que el ex presidente no lo quiera. Que haya llegado a culpar a ala política (que Frigerio integró junto a otros dirigentes como Emilio Monzó) de la suerte de su gobierno.
En el Frente de Todos ya agitan la consigna “Frigerio es Macri”. Habrá que ver hasta dónde se atreve a usarla su contrincante interno, el radical Pedro Galimberti, que armó su lista con un macrista (Roberto Niez) como principal aliado.
3- Peronista. Es una crítica que sale de la UCR y del PRO. Pero que pone los pelos de punta en el Frente de Todos. Le reprochan a Frigerio sus estrechas relaciones con dirigentes del peronismo.
De hecho, nadie olvida que se asoció a Jorge Busti en 2013, apenas dos años antes de que nazca Cambiemos. Y que esa no fue la única vez que perjudicó electoralmente al radicalismo.
Recuerdan también que desde el Ministerio del Interior muchas veces bajó con obras a intendencias peronistas de Entre Ríos sin avisar a la dirigencia local de Cambiemos. En los cuatro años como ministro de Macri, Frigerio mantuvo una muy buena relación con el gobernador Bordet, que muchos (en el radicalismo y en el peronismo) evaluaron que excedía lo institucional.
Y Frigerio no lo oculta: pretende llegar a ocupar el Ejecutivo provincial con apoyo peronista, no sólo de la guardia vieja de la década del noventa (Moine, Alasino, Leissa, Matínez Garbino) sino de sectores que hoy están en el gobierno provincial.
En el Frente de Todos no son pocos los que ya se miran con desconfianza. Si Frigerio se consolida en su proyección para 2023 podría convertirse en el chofer de una amplia ambulancia que recoja heridos entre la dirigencia peronista de toda la provincia. Lista única para estas elecciones no es sinónimo de lista de unidad; no significa que no esté viva la interna entre los que sienten que han sido dejados de lado en el frente oficialista.
El riesgo Carrió
Los que cuestionan las buenas relaciones de Frigerio con el peronismo, sus posiciones dialoguistas, su pragmatismo en busca del consenso, sostienen que ese modo de construcción termina convalidando políticas “populistas” o que atacan a la “república”.
Es la crítica que en la provincia sostuvo con más dureza Niez, el ex candidato a intendente de Concordia, que acusa a Frigerio de haber ayudado a que Enrique Cresto siga en la intendencia. Cresto es hoy la cabeza de lista del FdT y aspira a suceder a Bordet en 2023. Niez es el principal aliado de Galimberti y dicen que fue una de las fuentes que usó Elisa Carrió para acusar a Frigerio de jugar con el peronismo.
Parece que la líder de la Coalición Cívica se va a meter nomás en la campaña de las PASO de Entre Ríos con el propósito de sumar para Galimberti, a pesar de que el intendente radical se alineó con Facundo Manes a quien Lilita enfrenta en la provincia de Buenos Aires. Dicen que Carrió está muy decepcionada de su amigo Atilio Benedetti, por su decisión de asociarse a Frigerio.
Pero el apoyo de Carrió siempre es un riesgo. Su impredecible discurso suele terminar perjudicando a los amigos, como cuando en julio de 2018, al cierre del Foro Anual del Consejo Empresario de Entre Ríos, chicaneó a Benedetti, que la miraba desde la primera fila de la sala, diciendo que los radicales “van a hacer lo que digamos”, porque ella los manejaba “desde afuera”.
El riesgo Varisco
Frigerio tiene un frente aparte con la candidatura de Lucía Varisco. La hija del fallecido Sergio Varisco está decidida a jugar fuerte contra el líder del PRO, espacio político al que acusa de haber diseñado y ejecutado una estrategia judicial para “sacar de la cancha” a quien fue el principal referente del radicalismo de Paraná y estaba llamado a suceder a Sergio Montiel como líder de la UCR de Entre Ríos.
Está claro que Varisco, un cuadro político y un líder de la UCR, hizo lo suyo para terminar sus días condenado por asociación con el narcotráfico. Pero Lucía está convencida que su padre fue víctima de lawfare y en los momentos de mayor afectación por su pérdida familiar llegó a enviar un guiño de comprensión al ex gobernador kirchnerista Sergio Urribarri.
Ahora Lucía Varisco decidió, con ese apellido, jugar en contra de la UCR. Va de candidata por el partido Fe, brazo político de la Uatre, que en la provincia de Buenos Aires integra el Frente de Todos.
La que pudo haber sido una pieza clave que volviera más competitiva la interna de Juntos por Entre Ríos, terminó siendo una herida abierta para la UCR en las PASO y un instrumento de división del voto opositor para las elecciones de noviembre.
Es público el tono conciliador del discurso de Frigerio. Los que lo conocen bien, afirman que se siente muy incómodo en un escenario de confrontación. Que la agresión lo saca de su centro. Parece que, con la diputada Varisco, va a tener que respirar profundo y contar hasta diez.
Fuente: Página Política